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Inanna (Ishtar)

El asesinato de Dumuzi

El Asesinato de Dumuzi

Tiempo estimado de lectura: 5 minutos

Se sabe que, en Mesopotamia, durante la primavera, cuando el trabajo era más agobiante en la estepa, al ser recorrida por los rebaños, los pastores solían llamar a sus esposas, madres y hermanas para que les ayudaran. Se supone que lo mismo hizo Dumuzi, pero cuando las mujeres -las diosas- llegan al redil lo encontraron muerto, asesinado por unos demonios galla. La elegía sumeria comienza con un lamento por parte de las tres mujeres, pero pronto el relato se centra en la madre, Durtur, la cual al verle muerto, pierde toda esperanza. El texto de breve extensión, (algo más de 30 líneas) arranca adscribiendo a las tres diosas epítetos incongruentes con el escenario en donde se desarrolla la acción.

Mitos de Inanna

Inanna y Šukaletuda

Inanna y Šukaletuda

La muerte de Dumuzi

Las tres mujeres más importantes en la vida de Dumuzi -decía el poeta- fueron llamadas un día primaveral a que acudieran junto a él para ayudarle en las tareas del redil. Había mucho trabajo y era evidente que cualquier tipo de ayuda era bien recibido. Por eso acudieron.

-¡Dirijámonos a su redil! -dijeron
-¡Vayamos a ayudarle!

Sin embargo, las tres mujeres, al llegar, lo hallaron sin vida, asesinado a deducir del estado de su cuerpo, golpeado antes de morir.

-¡Mi hijo, mi dulce hijo ha muerto! -exclamó Durtur, la madre de Dumuzi.
-¡Mi esposo, mi dulce esposo se ha ido! -lloró Inanna.
-¡Mi hermano se ha desvanecido! -se lamentó Geshtinanna. 

Las tres mujeres, al unísono, elevaron un lamento. Su esposa Inanna; Durtur, la madre; y Geshtinanna, su hermana.

-¡Nuestro corazón quiere tocar una elegía con una flauta de cañas en esta estepa, lugar en donde ha muerto nuestro muy querido Dumuzi!

Luego, cada una de ellas, llorando, decía amargamente:

-Yo Inanna, señora del templo Eanna, Reina del cielo, soy la que asola las montañas. Yo quiero tocar una elegía con una flauta en honor de mi esposo.

-Yo, Durtur, la madre del Señor, del pastor Dumuzi, quiero tocar una elegía en su recuerdo.

-Yo, Geshtinanna, pupila del dios An, el titular del cielo y hermana de Dumuzi, quiero tocar una elegía en memoria de mi hermano. 

De las tres mujeres, sin embargo, la que sentía más hondamente la pérdida de aquel dios, era la madre. Sin duda, era Durtur, a quien más había dolido la pérdida de Dumuzi, nacido de sus entrañas.

-Mi corazón -decía Durtur- quiere tocar una flauta para que suenen elegías en la estepa, donde el muchacho vagabundeaba libre -pero que ahora está cautivo-, donde Dumuzi vivió -pero que ahora está prisionero-, donde la oveja ha renunciado al cordero. ¡Sí! Mi corazón quiere modular elegías con una flauta en la estepa, en donde la cabra ha renunciado a su cabritillo.

Tras haber dicho estas palabras, Durtur prosiguió:

-¡Numen de este lugar, cuán traidor eres! Aunque el muchacho me dijo:

“¡Que mi madre se una a mí! ¡Que acuda a ayudarme en mi trabajo!”, ahora él no puede mover sus manos, postradas, hacia mí tampoco puede mover, ahora, sus pies postrados.

Después de haberse lamentado así, la madre se puso a recorrer de un lado a otro el redil, caminó luego por la estepa, por aquel desolado territorio.

¿Qué golpe demoledor le aguardaba en la estepa?

Finalmente, tras haber recorrido el territorio del muchacho, el territorio por donde Dumuzi correteaba junto a su rebaño, se detuvo en el territorio del esposo de Inanna. ¿Qué golpe demoledor le esperaba allí? Ella podrá ver a su toro salvaje asesinado, ¡podrá verle su cara! Pero, ¿qué golpe demoledor le espera a la madre que le dio a luz? ¿Qué estremecimiento la embargará?

La señora se acercó para poder verlo bien. Se acercó al cuerpo del joven. Junto a su hijo colocó su pie. ¿Qué golpe demoledor le esperaba?

-¡Eres tú! -le dijo-. Tu cara es la tuya, pero, has cambiado, hijo mío. Tu espíritu ha salido de ti.

El poeta finalizó así su elegía:

-¿Qué golpe demoledor está esperándola, dolorida por su casa, dolorida por haber tenido que habitar lejos de su hogar?

Mitología Sumeria

Utu e Inanna

Las sábanas de la dote

Agušaya

El poema de Saltu y Agushaya

Bibliografía

Federico Lara Peinado (2017). Mitos De La Antigua Mesopotamia: Héroes, dioses y seres fantásticos. Reconocimiento y Dolor (pag.351). Editorial Dilema. ISBN 8498273889.

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