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Inanna (Ishtar)

La muerte de Dumuzi

La Muerte de Dumuzi

Tiempo estimado de lectura: 11 minutos

Un ershemma sumerio, de casi 90 líneas de extensión, recogió una nueva variante acerca de la muerte del pastor Dumuzi. El texto, susceptible de dividirse en varias unidades narrativas, se centra en la necesaria e imperativa muerte del esposo de inanna a fin de que él la sustituyese en el infierno, lugar a donde la diosa había acudido y del cual no podría salir si no era reemplazada por otro ser (véase el Descenso de Inanna).

La última parte del relato está llena de enigmas, alusivos a magia y ritual, caso, por ejemplo, la presencia de siete brujos, la preparación de una trampa, designada con la incomprensible palabra gubaddu, la rotura de un jarra de vino o la irrupción violenta de una nube de langostas que cae sobre el cadáver de Dumuzi. Espectacular e imprevista es la presencia de Inanna -la causante de la muerte de su esposo-, la cual no durará, sin embargo, en prepararle un adecuado entierro.

Mitos de Inanna

Inanna Diosa del Amor y la Guerra

Los amores de Inanna (Ištar)

Boda de Dumuzi e Inanna

La Boda de Dumuzi e Inanna

Dumuzi en el inframundo

Dumuzi, tras haber sido capturado por los demonios galla, había recibido de inmediato la muerte a mano de aquellos seres infernales. Así podría ser llevado al Más Allá y servir de sustituto a su esposa Inanna, atrapada en tan nefasto lugar. Nada más morir, su gidim, su espectro, anduvo errante por la estepa. Dumuzi no hallaría el adecuado reposo hasta que su cadáver hubiese sido enterrado de acuerdo con los ritos. 

Por esa razón, ante su cuerpo inerte, sin vida, su hermana Geshtinanna dirigía sus palabras al aire, pero destinadas a ser oídas por el gidim de Dumuzi. Con ellas le pedía sosiego.

-¿Por qué vagas de ese modo? ¿Por qué vagas de ese modo? ¿Por qué te has cubierto la cabeza con un lienzo? Pastor, ¿por qué vagas de ese modo?

Geshtinanna

Tras hablar así la diosa Geshtinanna al invisible espíritu o espectro de Dumuzi y, después de un breve silencio, apenas roto por los sollozos, la diosa tomó otra vez la palabra y dijo: 

-Han cogido tus ovejas, se han llevado tus corderos, ¿por qué vagas de ese modo? Han cogido tus cabras, se han llevado todos tus cabritos, también han cogido tus hermosos borriquillos, ¿por qué vagas de ese modo? Tu pura mantequera está hecha añicos; pero, ¿por qué te has cubierto la cabeza con una tela? Tus grandes cabritos yacen postrados en el redil, tus pequeños cabritos balan desesperados junto a la pared del aprisco. ¿Por qué tu joven hermana, yo, Geshtinanna, conmovida por sus lamentos, me alzo suplicante entre ellos?

Geshtinanna

Dichas estas palabras, Geshtinanna se detuvo de nuevo unos breves instantes. Las lágrimas le llenaban sus ojos y el dolor era muy evidente en su corazón. Entre sollozos, volvió a dirigirse al espíritu de Dumuzi.

-En la desolada estepa, tu perro ladra tristemente, tu esposa, la sagrada Inanna, derrama amargas lágrimas en la Casa descendió del cielo y se situó en la tierra. Tu noble hermana, Geshtinanna, junto a la puerta de Lugalbanda, junto al pórtico de Ninsun, va a lacerarse sus brazos, se mesará los cabellos, se los arrancará como si se tratase de juncos bur.

Geshtinanna

Ante aquellas hondas palabras de dolor, el joven Dumuzi, el gidim del pastor -que las había escuchado-, lloró ante la idea de lo que le aguardaba, ante el significado del destino que le había sido decretado. Con los ojos enrojecidos, dijo su espíritu para sí:

-Yo, el pastor, tras haber caminado entre los hombres, viviendo como ellos, ¿por qué he sido tratado de este modo? Han cogido mis ovejas, se han llevado mis corderos, ¿por qué he sido tratado de este modo tan extraño? Mi pura mantequera está hecha añicos, ¿por qué he sido tratado de este modo? Mis grandes cabritos yacen postrados en el redil, mis pequeños cabritos balan con desesperación junto a los pesebres, mis corderos destetados gimen refugiados junto a la pared del aprisco, ¿por qué he sido tratado de este modo? Mi joven hermana, conmovida por sus lamentos, se alza suplicante entre ellos. En la desolada estepa mi perro ladra tristemente, mi esposa, la sagrada Inanna, derrama amargas lágrimas en la Casa que descendió del cielo y que se situó en la tierra. Mi noble hermana, Geshtinanna, junto a la puerta de Lugalbanda, junto al pórtico de Ninsun, lacera sus brazos, se mesa los cabellos, desgarra sus brazos, se mesa los cabellos, se arranca los cabellos como si se tratase de juncos bur. 

Dumuzi

Tras estas palabras, el espíritu de Dumuzi se centró en la realidad de su situación, de su triste destino. Por ello dijo:

-Mis pies se han deslizado a mi fosa, ya excavada, ¡pero ya no puedo salir! Mi tumba está ante mí como una gran puerta abierta, ¡pero ya no puedo salir! Mis pies han resbalado en ese cruel viento de lluvia, ¡pero ya no puedo salir! La tempestad me ha llevado a la otra orilla, al Más Allá, ¡pero de allí ya no puedo salir!

Dumuzi

El reino de Ereshkigal

He aquí algunas de las trágicas circunstancias acerca de la muerte de Dumuzi, ignorante del gran daño que le había causado su esposa: los grandes demonios galla, al descubrir el escondite en donde se había refugiado el pastor Dumuzi, lo rodearon y lo atormentaron con la sed, los pequeños demonios galla lo rodearon y lo atormentaron con la sed. y, aunque los demonios galla no eran un cercado, lo rodearon por todas partes. Encadenaron sus manos todavía manchadas de estiércol y al que había estado sentado sobre un trono glorioso, lo cogieron por las nalgas. ¡Incluso le arrebataron también la tapa rota de su pura mantequera! ¡Aquella muerte había sido querida por Inanna! ¡Era precioso que él la sustituyera en el infierno!

Por eso, aquel día la reina no le salvó la vida, lo entregó como su sustituto en el País Sin Retorno. La esposa de Ama-Ushumgalanna no le salvó su vida, lo entregó como su sustituto. Una vez muerto, hecho que posibilitaba a un dios o a un humano ser introducido en el reino de la diosa Ereshkigal, la titular del infierno, he aquí cuál era la situación de Dumuzi. Dumuzi quedaba, en efecto, retenido en el infierno, atrapado en él, retenido por una traba en la mazmorra de Ereshkigal. Allí había comida que no se podía comer, pues Dumuzi estaba retenido por una traba. Allí había agua que no se podía beber, pero Dumuzi no se quitaba su sed al estar retenido por una traba.

Los siete brujos del Arali

En el lugar donde moraba Namtar, él estaba retenido por una traba. En el lugar donde no hay nada de lo que se hubiese fabricado, pues no existían artes ni oficios, él se hallaba retenido por una traba. En el lugar donde habitaba la cruel Reina de los labios ensangrentados, él estaba retenido por una traba. En aquellos días eran siete, eran siete los brujos del Arali. Los brujos del infernal Arali, el submundo de Ereshkigal, eran siete. Ellos eran los que manipulaban la madera huluppu, eran los que no conocían esposa, los que no conocían hermana, eran los que lanzaban grandes gritos día y noche. Eran expertos en la brujería del cielo, expertos en la brujería de la tierra. En el cielo enganchaban el enigmático gubaddu, haciendo pasar por allí el arco iris del cielo, en la tierra enganchaban también el gubaddu haciendo regresar el arco iris a la tierra.

Ellos prepararon la trampa de Dumuzi. El pastor se hallaba con su rebaño e, inocentemente, lo condujo al gubaddu, sin saber que caería en él. Uno de los que conocían la brujería hizo un agujero en la tierra para hacerle caer. En la estepa, sin causa aparente, se hizo pedazos una jarra de vino y la estepa se agitó como la leche en una mantequera. Y en la estepa, agitada como la leche en una mantequera, se abatió una nube de langostas. Y, aunque Dumuzi no fuera un manzano, aquellas langostas cayeron sobre él. 

¡En la estepa, agitada como la leche en una mantequera!

La joven muchacha, Inanna, ante el cuerpo de Dumuzi, preparó entonces un adorno funerario, la joven novia llevó entonces betún y también aportó un sarcófago de madera mes. Sobre el cadáver de Dumuzi un árbol asal, con las frutas ya pasadas, extendía su sombra. Y, como una palmera, como una cesta de finos dátiles de Dilmún, se le recubrió con un lienzo. Junto a su cadáver se hallaba echado un perro; en su cabaña habitaba un cuervo. El perro comió a su lado, después se echó a los pies de Dumuzi, el cuervo comió también a su lado, y luego ascendió al cielo. El silencio envolvió la estepa.

Mitología Mesopotámica

Bibliografía

Federico Lara Peinado (2017). Mitos De La Antigua Mesopotamia: Héroes, dioses y seres fantásticos. La muerte de Dumuzi: magia y ritual (pag.340). Editorial Dilema. ISBN 8498273889.

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